SANACIÓN GENERACIONAL
Cogí el fusil de mi abuelo, lo vacié de balines,
se lo llevé a mi padre y le dije, que disparar a matar no está ya más en mis
raíces. Así pude abandonar una fuerza que no me dejaba avanzar, la rabia, la
ira y la frustración de ellos, se quedaron en el baúl de sus recuerdos. Yo
puedo continuar, sin armas, sin balas y sin nada del pasado que me pueda
condicionar. Estoy libre de armamento, aunque sigo siendo soldado y un gran
guerrero.