Una insistente teoría, cruza por el
inconsciente colectivo, desde hace siglos. Esta teoría además de hablar sobre
aquello que guarda la Esfinge bajo su cuerpo regio, nos habla también de la
posibilidad, de que existiera una segunda Esfinge. De acuerdo con las
tradiciones propias de la arquitectura del Antiguo Egipto, cuyo número
representativo era el 2, como símbolo de la dualidad universal, podemos
constatar que en la mayoría de sus escenografías, los elementos se expresaban
por parejas, así podemos encontrar que es propio y normal la representación de
un elemento a través de dos, en muchas ocasiones queriendo hablar del género,
femenino y masculino, de como uno no puede existir sin el otro, tal como lo escenifican
diariamente la luna y el sol.
Son muchas las prospecciones que se han
hecho en un intento de descubrir esa probable segunda Esfinge, la femenina, en
este caso. También son muchos los que dicen que la Esfinge femenina yace
enterrada bajo la tierra o que incluso podría estar bajo las aguas, teorizando
con esta probabilidad, debido a que el aspecto femenino del cerebro en su caos
primigenio, se escenifica como un gran océano en el que todo habita sin orden
ni concierto. Es importante decir que se tienen datos de que la Esfinge de
Gizah fue desenterrada, que se sepa, por Tutmosis IV, hijo del Faraón Amenhotep II, quien después de que el cansancio le venciera tras un agotador día de
caza, se recostó a la sombra que proyectaba una gran roca que surgía de entre
la arena, quedándose dormido. Según narró después, en ese sueño se le apareció
la Esfinge quien le dijo:
“Mi rostro te pertenece,
mi corazón también. Sufro. La carga que pesa sobre mí me hará desaparecer.
Sálvame hijo mío. Si me quitas la arena que me cubre, haré de ti un Rey”.
Al despertar, no dudó en ordenar que
desenterraran la Esfinge, quedando por primera vez – en aquella época, 1419
a.C. – el monumento al descubierto. Tutmosis IV, aprovechó para restaurar los
daños que la escultura dejó visibles, provocando con todo ello que la Esfinge
recobrara su lugar y se convirtiera en un lugar emblemático que ha llegado
hasta nuestros días.
Siglos después el emperador romano, Séptimo
Severo, ordenó una segunda restauración, gracias a que el sueño de Tutmosis
consiguió que la Esfinge quedara visible.
En 1818 el arqueólogo Caviglia descubrió
una estela de granito rosa, de casi cuatro metros de largo, que hoy se conserva
entre las patas delanteras de la Esfinge y en la que se detalla el sueño de
Tutmosis IV. Se sabe que el joven heredero al trono, consiguió su propósito y
gobernó como faraón años después de vivir esta experiencia onírica, aunque es
importante añadir que su reinado fue muy corto, dando paso a la subida al trono
de Amenofis III, padre del archiconocido faraón Akhenatón.
La Estela del Sueño, que se encuentra entre
las patas delanteras de la Esfinge, dice así:
"Uno de aquellos días sucedió que el
príncipe Tutmosis llegó de un viaje hacia la hora del mediodía. Tras tumbarse a
la sombra de este gran dios, se sumió en un profundo sueño en el que vio cómo
tomaba posesión de él en el preciso momento en que el sol alcanzaba el cénit. A
continuación, vio cómo la Majestad de este noble dios hablaba a través de su
propia boca del mismo modo en que un padre se dirige a su hijo, y decía:
'Mírame, obsérvame, Tutmosis, hijo mío. Soy tu padre Horemakhet-Khepri-Ra-Atum.
Te daré el trono de la tierra de los vivientes y llevarás la Corona Blanca y la
Corona Roja sobre el trono de Geb, el heredero. La tierra será tuya en toda su
extensión, así como cuanto ilumina el ojo del Señor de Todo. Recibirás
provisiones abundantes del interior de las Dos Tierras y de todos los países
extranjeros, así como una vida larga en años. Mi rostro lleva fijándose en ti
desde hace muchos años; mi corazón te pertenece, y tú me perteneces a mí.
Fíjate: estoy destrozado y mi cuerpo está en ruinas. La arena del desierto
sobre la que solía estar ahora me cubre casi por completo. He estado esperando
para que puedas hacer lo que está en mi corazón, pues sé muy bien que tú eres
mi hijo y protector. Acércate: estoy contigo, yo soy tu guía'. Al finalizar el
discurso, este príncipe miró fijamente, pues acababa de escuchar estas palabras
del Señor de Todo. Después de entender las palabras de este dios, llevó el
silencio a su corazón. A continuación, exclamó: 'Venid, dirijámonos al templo
de la población, donde tal vez dejen de lado las ofrendas a este dios. Nosotros
le obsequiaremos con ganado y todo tipo de hortalizas, y dirigiremos nuestras
oraciones a aquellos que nos precedieron...'".
Como podemos apreciar en la imagen de la
Estela del Sueño, hay dos Esfinges dándose la espalda, algo que muchos
arqueólogos indican como evidencia de esas sospechas que hablan de la segunda
Esfinge. De hecho a pocos metros de la primera Esfinge, se han realizado
prospecciones para intentar descubrir ese segundo león. Bassam el Shammaa, un
investigador de origen alejandrino, lleva varios años siguiendo la pista de esa
supuesta segunda Esfinge perdida, su teoría apunta a que a pocos metros al sur
de la Esfinge visible, existió otra esfinge, pues él también corrobora la
teoría de que en el Antiguo Egipto era normal que hubieran dos y no una. Según
sus propias palabras, el investigador egipcio dice:
“En
Egipto el número 2 siempre ha sido el número de la armonía, de la perfección.
Frente a la corona blanca estaba la roja, frente al buitre se encontraba la
cobra, frente al loto, el lirio. Además, el 2 era el número secreto de los
arquitectos. Existe un papiro que relata el origen del cosmos según la
tradición heliopolitana. En esta tradición el dios Atum se autocreó de la nada
y engendró a dos hijos, el león Shu y la leona Tefnut. Los sacerdotes de
Heliópolis nos han contado que cada uno de ellos descansaba en un lado del Universo: uno de ellos será el disco
solar del amanecer, Shu, y el otro el de la puesta, Tefnut.”
Para apoyar su tesis, cuenta con
innumerables pruebas procedentes de antiguos textos, datos arqueológicos,
incluso una insólita fotografía tomada desde un satélite, por la NASA, en la
que se aprecia un montículo de considerable envergadura, que pudiera ser parte
de los restos de una Esfinge destruida, como puede apreciarse en la imagen
siguiente.
Shu y
Tefnut
Con el fin de comprender mejor la visión de
los antiguos egipcios sobre el génesis, transcribimos lo que dice la egiptóloga
Elisa Castel, extraído de la web www.egiptologia.org
Ya hemos visto que en el mito heliopolitano, SHU Y TEFNUT son la
primera pareja creada por Atum (Pir., §1652-53, §1248) que, según el pasaje,
son escupidos o expectorados respectivamente por el dios en "La Mansión
del Fénix" en On(1), donde Atum-Jeprí hizo nacer la
piedra Benben. Por lo tanto constituyen dos aspectos potenciales del dios
andrógino y neutral complementarios que simbolizan la fuerza vital que anima el
universo.
Representan el origen, la expresión del orden cósmico, la realidad
de lo masculino y lo femenino como principio primario de acción y creación, es
decir, la multiplicidad. En los Textos del Reino Medio, Shu aparece mencionado
como: "La Mucosidad del Dios Primigenio", "El Aliento Impalpable
del Nun" y "El Soplo de Vida", lo que remarca su directa
dependencia con el creador al que en ocasiones llega a igualarse. El mismo
sentir se hace patente en los "Textos de los Sarcófagos" (Fórmulas,
76, 79-80) donde podemos identificar a Shu como dios creador "Padre de los
Dioses" y mediador entre Atum y el resto de las deidades, situación
datable muy posiblemente en el Primer Período Intermedio. Como contrapartida,
en los mismos textos (Fórmula, 80) se califica a la pareja formada por Shu y
Tefnut como "Indispensables en la Vida de Atum", creándose un vínculo
recíproco, donde la pareja aparece íntima e indisolublemente unida a su padre,
formando una tríada creadora, de regeneración del orden y la estabilidad del
cosmos, que había sido asentado por su causa.
Shu, el aire, cuya iconografía es la de un león o un hombre con
una o varias plumas sobre la cabeza (en este último caso, respecto a su
identificación con Onuris) es la forma de explicar el elemento activo que
transforma
el caos en un comienzo de orden, gracias a él existe un lugar
habitable para hombres, animales y dioses y su presencia queda materializada en
el ciclo mediante las nubes que forman esqueleto. De igual modo es el
responsable de que la luz necesaria para la vida tenga un lugar donde estar. Su
nombre significa "El Vacío", (como el de su esposa Tefnut), aunque en
el contexto de la cosmogonía también puede personificar "la vida". Su
papel en el escenario heliopolitano ya ha sido explicado cuando narramos el
mito. No obstante vamos a resaltar un punto: Shu era ayudado, en una variante
del mito, por ocho vientos que servían de asistentes y el lugar donde había
"levantado el cielo" era la ciudad de Hermópolis. Con estos ocho
vientos capitaneados por Shu aparece de nuevo el número mágico, el 9, formado
por el dios Shu y sus auxiliares, que podrían estar conectados con los dioses
primigenios de la cosmogonía de Hermópolis y con las invocaciones que habría
que hacer en favor del fallecido. En los "Textos de los Sarcófagos"
(Fórmula, 154.) estos personajes estaban personificados por: dos elementos de
fuego, dos serpientes, dos monstruos defensores y dos elementos auxiliares. En
esta ocasión los mitos heliopolitanos, osirianos, hermopolitanos, etc., se
encontrarían mezclados para dar cuerpo a la mitología. De esta manera tenemos
de nuevo otro camino para expresar la multiplicidad de lo divino llegando a un
concepto concreto.
Su compañera, la leona Tefnut, símbolo de la humedad y el agua, es
el elemento necesario para que la creación continúe. Aparece bajo la forma de
una mujer o una leona que porta un disco solar o una serpiente sobre la cabeza.
Su importancia en las concepciones originales heliopolitanas no es clara.
Algunos estudiosos creen ver en esta figura una divinidad no destacable, creada
artificialmente por el clero tan solo para simbolizar el concepto femenino
imprescindible en la creación. Sin embargo y aunque poseemos escasas
referencias de su alcance durante el Reino Antiguo, parece que fue destacándose
progresivamente como divinidad poderosa y su conexión con la humedad y el agua
es básica para comprender la importancia de este elemento para la subsistencia de
los seres vivos.
Es posible que los sacerdotes de Heliópolis crearan a Shu como
concepto de vida principal y otorgaran a Tefnut el principio del mundo
ordenado, asimilándola a Maat (que tradicionalmente es hija de Ra) desde
finales de la Dinastía III. De cualquier modo no será hasta la recopilación de
los "Textos de los Sarcófagos" (Fórmula, 80) cuando aparezca este
sincretismo de una forma mucho más clara y definida.
Tefnut, solar por naturaleza, es igualmente identificada con el
Ojo de Ra y la lengua de Ptah, dios creador de la cosmogonía menfita.
Recordemos su protagonismo en el Mito de la Diosa Lejana. Es precisamente
entonces cuando la divinidad solar la coloca sobre su frente (transformada en
Ureus) pasando a ser guardiana del dios y de la realeza. Bajo este aspecto
Tefnut conserva rasgos eminentemente felinos y su identificación con Maat sigue
siendo efectiva, pudiendo ser debida, entre otras razones, a su carácter
agresivo que la faculta para restablecer el orden que encabeza y del que por
otra parte es integrante.
Algunos autores, entre los que se encuentra Pirenne, opinan que en
Heliópolis el origen de la pareja tomada como unidad pudo responder a un
concepto de entidad creadora, cuyo nacimiento habría que buscarlo en una remota
diosa madre. Para este autor el elemento principal habría sido el femenino,
mientras que el masculino sólo constituía un paredro de ella. Es decir, el
culto local que sucede a esta diosa-madre, podría haber sido el de Shu y
Tefnut, representados bajo el aspecto de dos leones(4), a los
que se les habría superpuesto posteriormente el dios creador Atum. Este hecho
que queda reflejado convenientemente en el "Libro de los Muertos"
(Cap., 115) donde se nombra a la serpiente de Heliópolis y finalmente al
finado, afirmando "conocer a las almas de Heliópolis: Ra, Shu y
Tefnut". Por otro lado Wallis Budge, considera que la tríada más antigua
es la formada por Atum, Geb y Nut, habiendo sido sustituida más tarde por la ya
mencionada. Con estos someros datos podemos llegar a la conclusión de que, aun
habiendo aceptado una jerarquización básica, es la que manejamos más
frecuentemente, aún no podemos afirmar de forma categórica cuál fue el origen y
el orden de éstos en la noche de los tiempos, antes de que aparecieran
registrados en los primeros textos.
Tomando como referencia la cualidad del
elemento fuego, para la entidad primigenia masculina denominada Shu y la
cualidad del elemento agua, para la entidad primigenia femenina denominada
Tefnut, tenemos lo que se conoce como la alianza sagrada de los elementos, pues
el fuego evapora el agua y el agua apaga el fuego. Lo que representa una clara
individualización de género.
Veamos una descripción de estos Elementos:
FUEGO
La percepción del Elemento Fuego se halla
en esa cumbre insondable en la que el propio Espíritu desde el Todo y la Nada
inicia su proceso motor, como fuerza que va a regir su evolución, en el Mundo o
Mundos elegidos. Su conciencia elabora la chispa divina de creación, de modo
que el Espíritu sostenga la llama de
vida, viva y ardiente durante la singladura que ha decidido experimentar. Los
inicios de todo proceso requieren del Elemento Fuego y a su vez es el Elemento
Fuego quien ardiendo en la dimensión del Espíritu, neutraliza toda su luz para
conquistar lo más denso, alcanzando el primero a tomar contacto con la materia,
solamente así garantiza que el Espíritu Creador podrá encarnar a través de su
poderosa luz, la única que estuvo al principio y permanecerá hasta el final. Es
el Elemento Fuego un cáliz ardiente de creación, dependiendo de la naturaleza
del Espíritu Creador, así será la Esencia de la Llama que arde en el Hogar, la
única que garantiza que el Hogar está vivo y es real.
AGUA
Se trata del Elemento más femenino, el que
se relaciona con la vida de los sentimientos, de los sueños, de la intuición.
Es también la expresión de la magia Lunar, es la representación emocional,
versátil, visceral y también causal. El Elemento Agua es tangible y como tal su
cualidad esencial es visible, pese a que por sí misma podría ser incognoscible,
pues contiene toda expresión emocional, desde los inicios de la vida, hasta su
final. Se caracteriza por su finalidad, que no es otra que la de dotar a la
experiencia de sentido, de un sentido que la mente no comprende porque no es
propio de ella. Así el Agua se convierte en una fuente de deseos que el Alma
encarna y que va a experimentar para su crecimiento. Es el Agua el Elemento más
fluido y por lo tanto el único que tiene la capacidad de perforarlo todo,
siendo el tiempo su mejor aliado, quien le ofrece la posibilidad de expresarse
en toda su emocionalidad, convirtiéndose el tiempo en el camino que transitará
para conocer su instinto y aprenderlo a controlar. El Agua ejerce a su vez un
poderoso manto en todo el Planeta, ya que la esfera se encuentra perfectamente
dotada de Agua, pese a llamarse Tierra. Se cree que el apelativo de Tierra se
puso debido a que es en este Elemento donde se expresa lo más denso de la
materia, pero se obvió que existe una forma de expresión más rica que la propia
materia y que solamente se expresa a través del Agua, se trata de los
sentimientos. En realidad nuestro Planeta es emocional, es pura Alma en nuestro
Sistema Solar.
Como hemos visto en estas definiciones,
ambos elementos son primordiales para el inicio de toda vida, por lo que ambos
están presentes en la concepción de cualquier forma material. Si tenemos en
cuenta que ambos son prioritarios y a su vez ambos son inmiscibles, vemos como
de esta unidad se desencadena una falta de cohesión natural. Ahora es cuando
especulamos que siendo así, tenemos que en los inicios de toda vida, todo lo
activo y existente es inmaduro antes de la experiencia, por lo que acertamos si
decimos que ambos elementos en sus inicios siquiera se conocían a sí mismos,
faltaba el proceso del camino experiencial. Para ser UNO, primero tienes que
ser DOS, y cada unidad que conforma el UNO + UNO tiene que individualizarse,
para expresarse y saberse, conocerse, sentirse, vivirse, e identificarse en sí.
Estaríamos viendo pues una alianza de DOS que caminan para ser UNO, pero que
eso no ocurrirá hasta que se haya concluido sus respectivas experiencias que
los hayan conducido a la individualidad material, sólo entonces el espíritu de
unidad podrá resonar con el propósito universal de trascender la DUALIDAD de
nuestro Universo, es lo que se conoce como el hábitat del Ser Superior, el Ser
que ha trascendido el género y que habita mucho más allá de lo femenino y lo
masculino.
Basándonos en esta teoría, tenemos que
ambos aspectos de género tienen que aprender a cohesionarse el uno con el otro
y el otro con el uno, para garantizar la existencia del Ser Superior en el
plano material de lo tangible, lo que conocemos como El Cielo en la Tierra.
Esto nos hace sospechar, todavía con más
certeza de que esta intención es el primer paso al sentido de la Vida Eterna,
algo que trascendiendo lo material, se concibe como conciencia universal que
permanece activa y viva en otros planos y dimensiones, más allá de su cuerpo
físico. Aquí es cuando viene el “conflicto” de la psique en su camino de
evolución y se despliegan las infinitas posibilidades, es decir, aquí es cuando
los dogmas, doctrinas y cualquier tipo de creencias, se inmiscuyen para dar sus
propias perspectivas, algo que dependiendo de la madurez experiencial del
individuo va a ser más o menos importante. Estas creencias desarrolladas por el
inconsciente colectivo para salvaguardar la raza humana, se van modelando,
expandiéndose y debilitando en ritmos claros y precisos, conforme la masa
conciencial avanza. Es por este motivo, que es sumamente importante el
despertar de la conciencia, para definir nuestra propia individualidad, pues
solamente desde ese punto de autoconsciencia podremos trascender la dualidad
original (fuego-agua) Shu y Tefnut, este sería el claro sentido de los Arcanos
de Fezahram.
¿Qué ocurre si hacemos desaparecer uno de
los aspectos de la dualidad? Pues claramente sucederá que jamás se alcanzará el
propósito universal, por lo que nunca la humanidad podrá sentirse unida al
Espíritu y la separación hará que se sienta abandonado sobre una esfera
diminuta del Universo, perdiendo de este modo todo el sentido su existencia,
pues desde ese sentimiento de separación, jamás puede sentirse su alma acogida
por la eternidad.
¿Pero qué intereses pueden haber que
quieran que el Ser Humano no trascienda el plano material? Esta es una pregunta
muy difícil de contestar, de la que se desencadenan muchas teorías y que
trataremos más adelante, para no perder el hilo conductor del tema que nos
ocupa de la DOBLE ESFINGE.
De acuerdo con multitud de pruebas tangibles
y otras tantas intangibles, hoy sabemos que la Gran Esfinge de Gizah es la
Guardiana de los llamados Salones de Amenti.
El
Amenti
Antes de continuar, es necesario realizar
una breve pausa para aclarar algo, se trata del significado de eso que aparece
en este Arcano el Hierofante y que no muchas personas conocen, a no ser que se
hayan interesado por temas esotéricos relacionados con el Antiguo Egipto y sus
misterios. Actualmente, en diferentes foros espirituales, se habla de Amenti en
términos alejados de connotaciones pseudoreligiosas de ninguna credibilidad.
Estas menciones, han sido canalizadas por grandes profesionales que han sabido
recuperar la sabiduría ancestral, eliminando influencias arquetípicas que en nada
se acercan a la verdad.
Pero aquí vamos a centrarnos en este
trabajo al que hemos denominado Proyecto Esfinge, no nos olvidemos que la
primera mención al Amenti que aparece, viene de manos de este Arcano nº5, El
Hierofante.
Es en el Amenti donde permanece la mirada
de soslayo con los pretéritos mandatos, que en secuencias perfectas, se
emanaron por medio de entidades que prestaron todo su saber a esta experiencia
terrenal. No siempre la sabiduría viene dada per sé desde conciencias
algorítmicas de escenarios dimensionales más elevados, en muchas ocasiones son
esos vacíos experienciales, los que provocan que se definan planes, para que
puedan ser experimentados por aquellos Espíritus Creadores que tengan a bien
dispensar su Akáshicos una vez se haya finalizado una vida del Logos Solar, o
dicho de otro modo, una vuelta completa de la vía láctea, con respecto al Sol
Central del Universo. El Amenti es pues el Hogar de los Maestros, de todas las
entidades que perfectamente sintonizadas por “familias” se han unido para
salvaguardar el plan universal con respecto a nuestro planeta. Están
directamente unidos a la Mesa de Ancianos del Consejo Intergaláctico de Alcione
y tradicionalmente han sido Thot y Seshat quienes se han encargado de dar
consciencia y voz a este espacio interdimensional, que siempre ha sido
cuestionado por la ciencia, por no existir pruebas suficientes de su existencia
en la tercera dimensión, obviando la cantidad de pruebas de personas que
sospechan que la Gran Esfinge guarde algo entre sus patas delanteras.
El Amenti fue en sus inicios, interpretado
como el inframundo, debido a su calidad de oculto y misterioso, ya que se
protegió de la mirada frontal, algo que solamente podía ocurrir cuando la
entidad estuviera preparada para afrontar tal conocimiento. Hasta la fecha el
Amenti, solamente era desvelado a estas entidades, de forma individual y en un
proceso muy particular y propio. Muy pocos eran los que habían pasado por
Amenti y después lo habían compartido con el resto, pues en su interior mantenían
viva la necesidad del silencio y del descubrimiento personal. Si esto siempre
ha sido así ¿por qué ahora se desvela públicamente…? La respuesta es clara,
porque ahora la conciencia colectiva humana está preparada para saber del
Amenti. El grado de madurez es de suficiente perspectiva quántica como para que
se conozca y de forma voluntaria se pueda solicitar acceso.
*Nota:
Recomendamos el Palacio de Cristal de Tom Kenyon como herramienta para abrir
los Salones del Amenti de forma voluntaria y consciente.
La siguiente pregunta sería ¿por qué
debería abrir la puerta a los Salones de Amenti? Simplemente porque sientas que
así es, que es el momento de entrar y que sea lo que sea que allí exista, sabes
que hoy puedes confiar en los planes que los Maestros trazaron para nosotros.
Si es el Arcano del Hierofante, quien nos
habla de Amenti, es porque nadie mejor que él sabe de su existencia y del valor
de este espacio creado desde la sabiduría universal con todo el amor que es
capaz de brindar un Maestro, pero no nos olvidemos que cuando lleguemos al
Arcano nº13 de la Muerte, veremos más sobre el Amenti.
Siguiendo con el desgrane del misterio de
la Doble Esfinge, es sumamente interesante destacar el siguiente fragmento del
artículo del Historiador, Egiptólogo y Escritor Nacho Ares sobre este tema, en
su artículo titulado: La Esfinge, el león perdido de Gizeh y que está publicado
en su página web: www.nachoares.com
Gizeh: un
plano del Inframundo
A medida
que nos alejamos de la Esfinge no es difícil descubrir que todo el sector
monumental de Gizeh gira en torno a esta figura leonina. Incluso la ubicación
de cada una de las pirámides y del propio león de piedra puede deberse a un
macroproyecto religioso urdido por los sacerdotes egipcios, quizás en época
prefaraónica, para el que de forma ineludible necesitaban dos esfinges.
El Libro del Amduat describe el itinerario del disco solar cuando se pierde en el horizonte occidental en las últimas horas del día. Son las doce horas de la noche, cada una de las cuales se correspondía con una de las doce partes en las que se divide para los antiguos egipcios el Más Allá, el Amduat. Al contrario de los antiguos repertorios de fórmulas como los Textos de las Pirámides, los Textos de los Sarcófagos o incluso el coetáneo Libro de los Muertos, el Libro del Amduat muestra una unidad argumental desde el principio hasta el final. No son fórmulas inconexas a modo de recetas destinadas a situaciones más o menos previsibles sin ninguna continuidad espacial ni temporal, tal y como presentan los antiguos textos religiosos. Además, en el caso del Amduat la geografía y la toponimia de estos lugares aparece descrita con todo lujo de detalles. Cada una de sus doce horas o regiones tenía un gobernador, una población, sus ríos, sus montañas, sus leyes o sus emblemas.
Pues bien. La Quinta Hora del Libro del Amduat describe el reino de Sokaris, una divinidad con cabeza de halcón, dios de las necrópolis y cuyo nombre ha dado lugar a lo que hoy es la región de Sakkara, al sur de Gizeh. El momento más significativo de esta hora es la representación de los dos leones Aker frente a la colina primigenia del Nun, el no ser, del que devino la creación del mundo. Esta colina primigenia no es más que una forma piramidal rematada por una cabeza y por un escarabajo que representa al Sol. Sobre el conjunto existe una especie de colina en la que reposan dos pájaros, Isis y su hermana Nephtys. Según afirmó en 1947 el arqueólogo egipcio Selim Hassan, dentro de su publicación sobre la Esfinge, esta Quinta Hora del Amduat puede verse en la propia meseta de Gizeh.
Si Hassan está en lo cierto, y no hay nada que nos pueda llevar a pensar lo contrario, la meseta de Gizeh sería entonces una recreación gigante de una especie de reino de Sokaris. En él la Esfinge desempeñaría el papel del propio dios león Aker, en el sentido de ser el protector de la necrópolis y la Gran Pirámide sería la colina primigenia. Este detalle que siempre se ha sospechado, encontraría en el hallazgo de Hassan una explicación racional. Cabría preguntarse que si realmente la Esfinge que todos conocemos es el guardián oriental de la necrópolis, del mismo modo, si de verdad es una representación de Aker, entonces debería haber otra Esfinge en el sector occidental de Gizeh, completando así la divina pareja de leones Aker. No hay razón para pensar lo contrario. En el sector oeste de la meseta de Gizeh hoy se levanta el escenario construido para representar la ópera de Verdi, Aída. Un poco más al sur está la planicie desde la cual los turistas hacen sus fotografías de la meseta con las tres pirámides juntas. Posiblemente entre estos dos lugares o no muy lejos de allí se encuentre la otra Esfinge de Gizeh.
Existe una prueba documental al respecto. La Estela del Sueño de Tutmosis IV (1400 a. C.), ubicada entre las patas de la Esfinge, muestra en la representación de la luneta superior una imagen del dios Aker, en este caso formado por dos esfinges como la de Gizeh. ¿Está haciendo alusión simplemente a la divinidad Aker o es que realmente existe en el otro extremo de la meseta un “león del mañana” en contraposición al “león del ayer”, la Esfinge oriental?
También existe otra posibilidad. Bassam El Shammaa, investigador alejandrino especializado en egiptología, está convencido de que la Segunda Esfinge se encuentra todavía bajo la arena del desierto.
Es curioso descubrir la analogía existente
entre este supuesto escenario llamado el Reino de Sokaris, con la rueda de los
doce signos astrológicos, coincidiendo además que la Quinta Casa, pertenece al
Signo de Leo, quien representa el Sol, esa consciencia universal con la que
todos nosotros nacemos al encarnar. Cabe añadir en este punto que la Casa
opuesta a Leo, como hemos visto en el artículo anterior sobre el Año Galáctico,
es justamente la Casa 11, la del Signo de Acuario, la de la Era que estamos
iniciando. Si el León Aker (Leo) está custodiando una necrópolis, ¿será porque
este Valle de Gizah representa el lugar sagrado del planeta en el que se
escenifica la verdad sobre la vida eterna de las almas? ¿Será por este motivo
por el que el León Aker custodia el lugar de descanso de todas las almas, con
la intención de que esta realidad no sea ocultada jamás a la Conciencia
Colectiva de la Raza Humana y Planetaria?
El León
del Ayer y el León del Mañana
Después de sopesar toda esta información, me
asalta la pregunta de si el León del Ayer, el representado por la Gran Esfinge de
Gizah, es la prueba tangible y constatable de esa alianza sagrada que garantiza
la alquimia de la conciencia humana, en la unidad que representa la dualidad primigenia
del fuego y el agua. ¿Será posible que al penetrar en la Era de Acuario, el León
del Mañana, representado por la Esfinge Perdida, se desvele a los ojos de la humanidad,
corroborando así el trabajo que presumiblemente hicieron los Maestros Hierofantes
en la Era de Leo, como garantía de la Vida Eterna?
Es importante decir que el significado de “hierofante”
es EL QUE HACE APARECER LO SAGRADO, algo que claramente está señalando hacia esta
probabilidad. ¿Será ahí, hacia donde señala la flecha de la Constelación del Cazador?
Esta respuesta la daremos en otro artículo que desarrollaremos más adelante, en
un contexto relacionado con el Misterio de Orión, la Constelación del Cazador.
Joanna Escuder
24 de Noviembre de 2017
Extracto del libro PROYECTO ESFINGE - Los Arcanos de Fezahram