EL PERDÓN
Levanto
la mirada pero no soy capaz de ver nada. Levanto las alas de mi Alma, pero no
soy capaz de emprender el vuelo. Hinco las rodillas en el suelo, atrapado en la
desesperación de mi propio duelo. Una fuerza de castigo, no me permite ser
libre. Detesto el espejo que me devuelve
mi propio reflejo. En un acto de valentía, me miro a los ojos y por fin me
digo: Lo siento, perdóname, te amo, gracias por todo.