CREATIVIDAD
Cavilaba, pasaban los minutos y no se me ocurría
nada. Cavilé un poco más, y nada. No surgía de mí algo que valiera la pena
destacar. Me aburrí. Dejé de cavilar y al hacerlo una inesperada idea me
sobrevino. La cogí al vuelo, la planté en el suelo, la alimenté cada día hasta
verla crecer. Recogí sus frutos, entonces supe que la creatividad no se puede forzar, surge
cuando la mente puedes parar. Hazlo y verás de lo eres capaz.