DONDE SE OCULTA LA REALIDAD
Observo
a un triste Señor, que en otras épocas, díjose llamar Caballero. Me mira, pero
casi no puedo verlo. El dolor, lacera mis entrañas, pues es pretérito el día
que Él se alejó. Me grita: Silencio. Sólo cree que mi Espíritu está con vos. Se
me acelera el corazón. Quizás es que no tengo la certeza, en si creo, o no.
Pero y si no creo, porqué lo observo – me pregunto. Está ahí. Que más pruebas
necesito…